Encaminado mis recuerdos
a un lugar desconocido,
se ha roto el cristal que
los aguardaba.
Como catapulta ataca
y desvanece en un manantial
de olvido todo lo que,
en su momento fue divino.
La soledad como fiel enemiga,
espera implacablemente
para armar el escenario
en el que estalle mis sentidos,
y la realidad me abrace fríamente
para vulnerar el vacío
que se interna en el silencio.
La pequeñez de un motivo,
es insaciable,
llama vibrante que
desafía a la angustia,
llena de esperanza,
enfrenta sin reparo
la cobardía de no hacer nada.
MJRS
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